Nacemos, nos enamoramos, vivimos y partimos. Solo la naturaleza permanece, testigo silencioso de amores prohibidos e historias que se pierden en el tiempo

En Sortelha, una de los pueblos más bellos y antiguos de Portugal, en el Ayuntamiento de A Guarda, que mantiene su fisionomía urbana y arquitectónica inalterada hasta nuestros días, dos piedras rocosas cuentan la historia de un amor que acabó en tragedia.

Cuenta la leyenda que en el tiempo en que Portugal luchaba por la reconquista de As Beiras a los moros, vivía en el Castillo de Sortelha un alcaide cristiano casado con una dama de la que se creía que practicaba la brujería. El matrimonio tenía una hija, cuya belleza era conocida en toda la región. A pesar de no faltarle pretendientes, estaba prometida a otro alcaide de la zona.

El castillo fue cercado por los moros y Sortelha vivió tiempos difíciles. Fue entonces cuando la joven doncella conoció al príncipe moro y se enamoró de él, que hacía mucho que le correspondía, y comenzaron a intercambiar mensajes y regalos en secreto para aplacar la pasión que sentían.

Sin embargo, la madre de la doncella, siempre atenta, vigilaba a su hija. Se enteró de que los enamorados se encontrarían por primera vez junto a la puerta de la muralla y decidió seguirla. Entonces la encontró besándose con su amado. La bruja (o hada) elevó su brazo sobre la pareja y esta desapareció, dejando en su lugar las dos rocas.

Dada la desaparición del príncipe, los moros acabaron por abandonar el asedio y el alcaide, disgustado por la pérdida de su hija, decidió fundar una nueva población en el fondo del valle. De esta historia, no queda nada más que las rocas, a las que el pueblo aún llama As Rochas do Beijo Eterno (las Rocas del Beso Eterno)

Esta es una de las leyendas más curiosas y apasionantes que se cuentan en Sortelha, un lugar sin parangón. A partir del momento en que cruzamos la Porta do Castelo, entramos en la plaza central  y descubrimos el consistorio,  la picota y la casa número 1. Avistamos también el castillo y comprendemos que el tiempo no pasó por aquí.

Hay mucho más por descubrir en esta bellísima villa histórica. Por ejemplo, y a propósito de la leyenda que acabamos de contar, la Casa Árabe, situada en la Rua da Mesquita, cerca de la Porta Falsa y la Torre do Facho. Construcción simple de arquitectura tradicional de un solo piso, de planta en L y regular, vanos de lintel recto sin moldura y una inscripción en el lintel: “Jhvs Ave Maria”. Teniendo en cuenta los marcos biselados de la puerta y la inscripción en gótico cursiva, la casa debe datar del siglo XIV.