Una de nuestras grandes pasiones siempre fue viajar; y viajar no por lugares sobradamente conocidos, sino por recónditos rincones de Portugal repletos de Historia, de paisajes en los que se pierde la vista y de gentes solitarias pero acogedoras. ¿Y dónde podríamos encontrar todo esto? Claro, en las Aldeias Históricas de Portugal.
Nuestra primera visita fue en 2007 a la Aldeia Histórica de Monsanto, que más tarde visitaríamos de nuevo en 2014. En el camino a esta aldea destacan los abruptos relieves, que nos hacen presagiar un periplo por caminos sinuosos, pero que vale la pena descubrir. Después de esta larga pero agradable caminata, llegamos a la aldea, que la primera impresión que nos suscitó fue la de un lugar inspirador y en contacto directo con la naturaleza.
De camino al castillo, uno de los primeros edificios que atisbamos fue la Iglesia Matriz o de S. Salvador. Por las calles empinadas, nos empapamos de la belleza de las casas empedradas y del paisaje en el que se pierde la vista.
La vida animal y una roca icónica en Monsanto se cruzaron en nuestro camino al castillo.
Ya en el castillo, pudimos observar el paisaje, que parecía fundirse con el cielo.
El descubrimiento de Sortelha
La segunda aldeia histórica que visitamos fue Sortelha. Al fondo de la carretera, ya divisábamos el castillo erigiéndose entre el paisaje. Un paisaje para perderse, tal como el de la aldea anterior, marcado por la frondosidad de una vegetación ausente en los grandes núcleos poblacionales y salpicado de acogedoras casas en este entorno idílico.
Ya dentro del recinto del castillo, pudimos contemplar su picota y recorrer sus murallas.
Por entre las casas y calles de la aldea, tuvimos la oportunidad de interactuar con las gentes de esta tierra y sus fieles compañeros. Muchos provechaban la calma de un día soleado para crear algunos recuerdos artesanales con el fin de que los turistas no olvidasen nunca la localidad y mantuviesen siempre el deseo de volver.
Esta aldea está también muy concurrida en el mes de septiembre con motivo de la celebración de su feria medieval, que nunca nos perdemos.
Próxima parada: Belmonte
Belmonte es una aldeia histórica localizada en el distrito de Castelo Branco, que cuenta con algunos puntos de interés para los visitantes.
Desde lo alto del castillo, conseguimos otear todo el pueblo y sus alrededores.
El castillo, con sus murallas, anfiteatro y ventanas de estilo manuelino, sirve de escenario no solo de un día bien aprovechado, sino también de una Feria Medieval que se realiza en el mes de agosto y atrae a visitantes oriundos de todo el país.
En la Aldeia Histórica de Belmonte, visitamos también el Museo de los Descubrimientos, que cuenta con salas bastantes interactivas; la Iglesia de Santiago, donde pudimos admirar la imagen de una Pietá y del túmulo de Pedro Álvares Cabral; el Museo Judaico, con algunos objetos de esta comunidad; el Museo del Aceite y el Ecomuseo, que cumple una función didáctica y pedagógica y en el que se puede estudiar el recorrido del río Zêzere, desde su nacimiento a su desembocadura, así como su fauna y flora, por medio de diversos elementos interactivos.
Otro punto turístico de esta aldeia histórica es la Villa da Quinta da Fórnea que, si bien se encuentra poco preservada, aún permite imaginar las diferentes dependencias de la referida Villa.
Los colores de Castelo Novo
Castelo Novo, circundado por una bella y verde arboleda, característica de la Sierra da Gardunha que flanquea esta localidad, es para nosotros una de las aldeias históricas más bonitas que visitamos hasta el momento, independientemente de que sea la más próxima a la tierra en la que vivimos; Fundão, la tierra de la cereza.
Caminando por esta aldea, que conserva su calzada romana, empezamos a observar una característica típica distintiva: sus puertas coloridas, que le confieren una belleza sin igual.
Continuando la exploración de esta aldea, conocimos también el Chafariz da Bica, situado en el Largo.
Otro punto que visitamos fue el de Paços do Concelho, el antiguo edificio del Ayuntamiento.
Para quien, como a nosotros, le guste visitar capillas y contemplar sus detalles, le aconsejamos dos capillas de esta aldea, la de Santa Ana y la de Santo António.
A Lagariça, lagar de vino datado del siglo VII y VIII d.C., es otro punto icónico de esta aldea. Si desean comprar artesanía típica, podrán hacerlo en Casa da Lagariça.
No pudimos dejar pasar la visita a esta aldea sin subir al Cabeço da Forca, descansar un poco en la Praça do Cruzeiro y, como no podría ser de otra manera, pasear por su castillo. Desde todos estos lugares, disfrutamos de una plácida panorámica del paisaje del entorno y de su verdor característico.
Aun habiendo recorrido toda la aldea, todavía guardamos fuerzas para echarnos a un camino, escarpado por momentos, que nos llevó hasta las instalaciones de Águas do Alardo, con la Sierra da Gardunha siempre como telón de fondo.
Como punto final a nuestra visita, para recuperar fuerzas, descansamos y nos refrescamos en un pequeño bar, junto a la zona de ocio. Quien lo prefiera, también puede darse un chapuzón en la playa fluvial.
El encanto de Idanha-a-Velha
Al llegar a Idanha-a-Velha, población perteneciente al Ayuntamiento de Idanha-a-Nova, fuimos recibidos por sus imponentes murallas.
Durante nuestro paseo por la aldea, percibimos todo su encanto y esmero, patente en la abundante vegetación que adornaba las casas.
Su calzada romana, así como su puente, también de origen romano, nos brindó la ocasión de dar un agradable paseo y de apreciar el verdor de su exuberante paisaje.
En esta aldea pudimos apreciar, además, la Iglesia de Santa Maria, así como la Iglesia Matriz. De la Iglesia de Santa Maria partimos hacia el Museo Arqueológico, museo que reviste una importancia especial para esta aldea pues alberga una colección epigráfica romana de gran interés para el país.
En el Largo da Igreja, encontramos también la picota de estilo manuelino.
Otro lugar a visitar en la aldea es la Torre de Homenaje de los Templarios.
El antiguo lagar de la aldea alberga actualmente el Puesto de Turismo de Idanha-a-Velha pero conserva, de su antigua función, algunos objetos típicos de los lagares.
La conquista de Castelo Rodrigo
En el trayecto a Castelo Rodrigo, vislumbramos un paisaje cubierto de árboles en flor, que nos hace evocar lo que nos encontraremos al cruzar sus puertas.
Antes de entrar por Porta do Sol, ya pudimos ver algunos elementos decorativos que remitían al carácter rústico de la aldea.
Continuando nuestro paseo, pudimos observar la Torre del Reloj.
Por la Porta Monumental do Palácio, accedimos al Palacio de Cristóvão de Moura, desde donde pudimos contemplar todo el entorno.
Ya en el castillo, tuvimos ocasión de apreciar las cañoneras crucetadas em forma de “T”, antiguos puestos de vigilancia y defensa de la alcazaba.
En nuestro transcurso por la aldea, visitamos la picota, de estilo manuelino y ocho metros de altura; un portal con inscripciones hebreas, en la Rua da Cadeia; un horno comunitario y el Padrão da Restauração, monumento que honra la participación de Castelo Rodrigo en momentos clave de la Historia portuguesa.
Finalmente, apreciamos la belleza de la Iglesia Matriz, dedicada a Nossa Senhora do Rocamador.
La preciosa Aldeia Histórica de Marialva
Marialva, aldeia histórica del distrito de A Guarda, está localizada en un punto de difícil acceso, bastante accidentado, al que, no obstante, vale la pena esforzarse en llegar.
Al entrar en la aldea por su extremo Noroeste, nos encontramos la Porta do Anjo da Guarda o de S. Miguel.
Caminando por la aldea, encontramos el castillo, desde el que podemos contemplar una vista completa de toda la localidad.
Dejando atrás el castillo, pasamos por las Iglesias de Santiago y de la Misericórdia y por la Capilla do Senhor dos Passos.
Localizado en O Largo do Pelourinho, descubrimos la cisterna quinhentista y la picota.
En el Largo da Praça, se encuentra la antigua casa consistorial.
Al lado del antiguo ayuntamiento, se levanta la antigua cárcel y la Casa dos Magistrados.
En las inmediaciones, esta situada la Casa da Judia.
En la parte exterior de la muralha, junto a la Porta do Anjo da Guarda, se sitúa la capilla de Nossa Senhora de Lourdes.
Junto al Puesto de Turismo, está el Cruzeiro.
Por entre las calles de la aldea, se distingue la Casa do Leão, edificio quinhentista; la Casa das Freiras; la Iglesia de S. Pedro; el Solar dos Marqueses de Marialva y diversas casas típicas construidas en piedra.
El chafariz manuelino también es de interés turístico y, para pernoctar, destacan las casas de turismo rural.
En la mayoría de las aldeas, pudimos llevarnos un pequeño recuerdo de cada uno de los magníficos días que allí pasamos, que nos hacen tener cada vez más ganas de regresar y visitar de nuevo no solo los lugares, sino también sus gentes.
¡Ojalá disfruten tanto como nosotros y tengan un gran viaje por ese otro Portugal, en busca de gente con alma!
Ângela Galante
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