Corría el año 1810 cuando los soldados de Napoleón entraron en Almeida, en el ayuntamiento de A Guarda, obsesionados con invadir Portugal.
Punto estratégico de defensa del país, Alemida era como una máquina de guerra en los tiempos en los que se disputaban fronteras, primero contra el Reino de León y más tarde contra la megalomanía de Napoleón. Durante siglos, Almeida fue un bastión en la defensa de Portugal, hasta el punto de que aún hoy se cuentan historias de aquellos tiempos.
La Plaza fuerte de Almeida, franqueada por las Puertas Dobles de São Francisco da Cruz, es sistematicamente escenario de historias de luchas y batallas; un lugar que expresa la grandiosidad de Almeida y su responsabilidad en la defensa del país Fue esta plaza precisamente la que asediaron los franceses, propiciando más tarde la histórica explosión del Revellín del Polvorín, que arrasó gran parte de la villa.
Cuenta la leyenda que, en el momento en el que el fuego francés consumía la aldeia, el pueblo acudió a la iglesia matriz para intentar salvar la imagen de Nossa Senhora das Neves, la santa de la que eran devotos los habitantes de Almeida. Mientras tanto, pedían al cielo que lloviese para apagar el fuego que arrasaba todo a su paso. Y en pleno mes de agosto, para regocijo de los habitantes de Almeida y los soldados portugueses, comenzó a nevar. Una nevada cubrió las murallas de Almeida y apagó el incendio en la iglesia. Entre los escombros, encontraron la imagen de Nossa Senhora das Neves, intacta. En nuestros días, cada año en agosto, se celebra en Almeida la festividad de Nossa Senhora das Neves, en memoria del milagro que salvó la aldeia.
Más allá de sus rol defensivo y de los mitos y leyendas que se cuentan sobre la plaza fuerte, esta fue también esencial en la expansión urbana e institucional de Almeida, y a su alrededor fueron construyéndose el Cuartel de Artillería, la Oficina del Veedor, el Tribunal, la Iglesia o el Hospital da Misericórdia. Paradigma de arquitectura militar barroca, esta plaza fuerte no solo es cuna y principal protagonista de la Historia de Almeida, sino también una de las plazas más monumentales del país, junto a la Plaza fuerte de Valença y la Plaza fuerte de Elvas. Constituye la tarjeta de visita del pueblo y un lugar obligatorio por el que pasarnos para recordar quienes somos los portugueses: nuestra esencia como pueblo reside en la Plaza fuerte de Almeida, paradigma esencial del coraje y la resistencia de este pueblo.
No obstante, supone solo uno de los motivos para visitar este pueblo, una de las 12 aldeias históricas de Portugal, en el que se palpa que en este país existe siempre una historia más por contar y un sitio más por descubrir.
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