Conocido como el pueblo portugués en el que se asentó la mayor comunidad judía del país y por ser la cuna de Pedro Álvares Cabral, Belmonte es un lugar de inestimable valor histórico para Portugal, como también lo son las historias que guardan sus murallas.
Una de sus historias más curiosas, contada de generación en generación es la de su fundación. Se dice que un pastor griego llamado Cáramo, que llevaba a sus ovejas a las laderas de los montes griegos donde habitaban los dioses, sufría desde hacía mucho tiempo por dormir al fresco y vivir pobremente y decidió un día construirse una casa. No obstante, no sabía dónde. Tenía que ser un lugar en el que las ovejas pudiesen tener siempre pasto, incluso durante el invierno. Con ese interrogante, partió a Delfos, en búsqueda de respuestas de los dioses. Estos le dijeron: “sigue a tus ovejas. Tras un largo camino, acabaran parándose, y ahí es donde construirás tu casa”. El pastor decidió hacer lo que le aconsejaron los dioses y siguió durante años el rebaño hasta parar en un monte rodeado de verdes pastos, por donde corría el río Zêzere; había llegado a Belmonte. Deslumbrado por el paisaje y confiando en lo que le habían dicho los dioses, cogió de la montaña una piedra, que se convertiría en la primera de la casa que construyó. Ese fue el principio de Belmonte.
Eso es lo que cuenta la historia. La Historia, por otro lado, nos cuenta que la presencia humana en el Ayuntamiento de Belmonte se remonta a los tiempos de la Prehistoria y la Protohistoria (el Anta de Caria, los Castros de Caria y la Chandeirinha así lo corroboran) y que edificios como la Torre Centum Cellas o la Vila da Quinta de Fórnea prueban que el pueblo romano también se asentó allí.
Hay, por lo tanto, mucho que descubrir en el pueblo que vio nacer a uno de los más valerosos guerreros de nuestra Historia. La Torre Centum Cellas, por ejemplo, es uno de los edificios más interesantes de Belmonte. Se trata del monumento tal vez más enigmático del ayuntamiento y su función ha sido objeto de varias interpretaciones por parte de innumerables investigadores a lo largo de los años: templo, prisión, campamento romano, albergue para descanso de los viajeros o villa romana. Las excavaciones acometidas en la década de los 90 vinieron a apoyar la tesis de que la Torre Centum Cellas sería una villa romana del siglo I d.C, en la que la familia de Lucius Caecilius se dedicaría a la explotación agraria y de estaño, que abundaba en la región.
Visitar Belmonte es, así, una experiencia inolvidable de descubrimiento de otros pueblos y culturas (el judío y el romano, por ejemplo), pero también un apaciguador paréntesis entre las prisas del día a día y las ciudades, que nos hace mucho bien en la locura de nuestros tiempos.
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