Son muchas las leyendas e historias que se cuentan entre los muros de las Aldeias Historicas de Portugal. Hoy iremos hasta Almeida para conocer la leyenda de A Nossa Senhora das Neves (Nuestra Señora de las Nieves). Un episodio de tal importancia para los vecinos de Almeida que inspiró la principal fiesta del municipio.

La leyenda se remonta a la Invasión Francesa, acontecimiento que marcó dramáticamente la Historia de Almeida y que aún hoy perdura en la memoria de todos los almeidenses.

Como se enseña en los pupitres de las escuelas, el emperador francés Napoleón Bonaparte intentó, por tres veces, conquistar Portugal, con el objetivo de aislar a Inglaterra en la guerra que las dos potencias mantenían en Europa. Sin embargo, en las tres ocasiones sus tropas fueron derrotadas por una mezcla de militares portugueses e ingleses y por civiles.

La tercera invasión, comandada por el mariscal Massena en 1810, fue la más ambiciosa. Un inmenso ejército francés de 16000 hombres entró en Portugal desde Ciudad Rodrigo, muy cerca de Almeida. La aldeia histórica, con sus imponentes murallas y una guarnición de cerca de 5000 hombres y más de 100 piezas de artillería, fue el primer obstáculo con el que se encontraron los invasores. ¡Y menudo obstáculo!

El asedio de Almeida dio comienzo el 24 de julio. Durante más de un mes, las fuerzas anglo-portuguesas resistieron sin grandes dificultades, pues estaban bien pertrechadas de provisiones. El 26 de agosto, sin embargo, los franceses decidieron arrasar a sus adversarios con un incesante bombardeo de artillería que se inició cuando el sol todavía no había salido. Durante todo el día cayeron en Almeida más de 6000 granadas que abrieron importantes boquetes en la muralla, pero lo peor aún estaba por venir. A punto de ponerse el sol, una granada alcanzó un barril de pólvora, que explotó y desencadenó la explosión de todo el polvorín, en una catástrofe de enorme magnitud. Gran parte de la localidad fue arrasada, 500 hombres perdieron la vida y Almeida se rindió a los franceses, que siguieron adentrándose en Portugal hasta medir sus fuerzas con Wellington en la Batalla de Buçaco.

El castillo y la iglesia principal fueron algunos de los edificios destruidos para desesperación de la población de Almeida. Las semanas siguientes fueron de limpieza y los vecinos prendieron una enorme hoguera para quemar todos los escombros que pudiesen arder.

Cuenta la leyenda que, de pronto, y sin que el calor otoñal lo hiciese presagiar, comenzó a nevar y la hoguera se apagó. Y entonces, como si de un milagro se tratase, los almeidenses vieron salir de entre las cenizas y los escombros  la imagen de Nossa Senhora, única superviviente de la arrasada iglesia.

Aún hoy, en la iglesia principal, reposa en el altar esa imagen de Nossa Senhora das Neves, testigo de los bombardeos franceses, de las muertes de los portugueses e ingleses, de la destrucción de su iglesia original y de la nieve que apagó el fuego.