En Marialva, las huellas de la Doncella de los Pies de Cabra todavía están marcadas en sus alrededores. Los días de fiesta, la tragedia de la más bella de las doncellas es un pretexto para llegar a conocer algo más de esta aldeia histórica.
No hay forma de engañar Quién llega a la aldeia de Marialva, a pocos kilómetros de Mêda, tendrá siempre como referencia, eterna, el vistoso castillo y la robusta torre del homenaje, ambos enmarcados en un paisaje lleno de rocas y arboledas.
La aldeia se mantiene intacta. Granítica, como las casas que la componen. Tal y como se puede comprobar en la exposición de fotografías antiguas de Marialva, que abre las fiestas “12 em rede” de este año. El primer día de las celebraciones de Maria Alva, Doncella de los Pies de Cabra, es como un “aperitivo”, amenizado por el fado que se escucha al caer la noche.
Al día siguiente, la animación va en aumento. Sube de tono. Y se hacen más evidentes las huellas dejadas por la bella doncella mora de la cual dice la leyenda proviene el nombre del pueblo.
En el castillo, hay visitas guiadas y se narran episodios del periodo de crisis de 1383-85. Y hay quien hace a caballo los senderos que, en otro tiempo, fueron recorridos por la Doncella de los Pies de Cabra.
Al lado de la Oficina de Turismo, cuando se empieza a animar la tarde, Arménia Anselmo Pinto, nacida y criada en la aldeia, ya enseña a los visitantes como se hacen unas miniaturas de la mítica doncella mora, en paño y fieltro.
– ¡Hay quién los encuentra caros, pero todos están hechos a mano! Observe que hasta tiene el piececito de cabra – dice.
– ¿Conoce la leyenda? – pregunta otra compañera del Centro de Día.
– Ya he leído algo sobre la leyenda – admito.
– Bien, aunque si no la conoces no pasa nada. La muñequita lleva la leyenda debajo del brazo – añade Arménia Anselmo Pinto, visiblemente orgullosa de la precisión artesanal.
– ¿Pero no eran los dos pies de cabra? – me aventuro a preguntar
– ¡Hay muchas formas de contar la historia! – dicen al unísono

@Paula Rego – Dame with the goat’s foot and other stories
El misterio del número de pies de cabra que tendría María Alva lo esclarezco, inmediatamente después, con un trío de jóvenes actores. Débora Ribeiro, Silvano Magalhães y Rui Moura. O si lo preferimos, la propia Maria Alva, el príncipe y el narrador de la historia. Por ahora, están aún sentados junto al guardarropa. Fueron semanas de ensayos, con la población local, para dar cuerpo a la actuación en la calle, que tendrá lugar por la noche. Es el segundo año que se organiza. Más ambicioso que el año pasado. El relato es intenso. El tema sensible. Obliga a una cierta contención creativa.
Decidimos incorporar el personaje del diablo, padre de Maria Alva, para dar un poco de contexto a la historia – explica Débora Ribeiro. ¿Sencillo? No. Los vecinos involucrados en la obra y en las emociones no querían tal criatura en la obra.
En esta versión de la leyenda los dos pies de la doncella son de cabra.
– Maria Alva, Doncella de los Pies de Cabra… son dos pies para nosotros; sino, sería la Dama del Pie de Cabra. No sería en plural – cuenta el príncipe. O mejor dicho, Silvano Magalhães.
Fuera del escenario quién no esté en escena. También porque el hambre aprieta.
Los actores se quedan para ultimar los preparativos y el escriba se va a buscar comida. Ya hubo quien saboreó el pan de fabricación artesanal en los hornos de Abel y de Olivia y quién probó la crema de habas con lechal. Pero también hay quién se quedó con el estómago vacío. Un crimen, sobre todo porque en el castillo se realiza una Cena Comunitaria. Se dice que eran los Sabores de la Doncella. ¿El plato principal? Jabalí guisado en la (majestuosa) olla de hierro. Banquete apurado. Y no menos disputado por una larga fila de hambrientos.
Falta el momento más esperado del día. Tiene lugar junto al castillo. La noche ya perdió su timidez. Al igual que los visitantes. La plaza se llena en pocos minutos. No falta un pregón, que también es un momento solemne, no solo debido a la implicación de los tres profesionales, sino sobre todo del colectivo de actores de la Academia Sénior de Mêda y de las gentes de Marialva, jovenes y mayores que están muy presentes en la trama.
La actuación empieza con un baile entre las chicas de la aldeia, junto a un pozo humeante y mágico. Sin que nadie se lo esperase, entra, de repente, el diablo en escena, raptando sin más a una de las doncellas. Nada más y nada menos que la futura madre de Maria Alva. Desaparecen los dos, en el medio de un juego de luces y fuego, para materializar el “matrimonio”. En la trama, los años pasan y asistimos al nacimiento de la niña más bella del mundo. Al nombre de Maria, se le une el de Alva por ser blanca como la nieve.
-¡Qué niña más guapa! – se escucha.
-¡La más bonita de todas! – gritan
De pronto, alguien se fija en los pies.
-¡Qué tragedia!
-¡Qué tristeza más grande!
-Los pies son de cabra… – desvela alguien, casi susurrando.
La plaza se vacía en un instante. Y los años pasan.
Maria Alva es ahora una niña. La llaman desde la calle para jugar. Pero ella casi nunca sale de casa. Y cuando lo hace, por poco tiempo, nunca salta a la comba, por miedo a revelar su secreto más doloroso. La madre no pierde un segundo en mandarla de vuelta a casa. Para protegerla de semejante sufrimiento.
Con los años, se convierte en la mujer más guapa que haya conocido el pueblo. Desde la ventana, de pecho hacia arriba, respondía a los galanteos, siempre con una amplia sonrisa. Había pretendientes de todas las clases. Algunos, todo hay que decirlo, con unos cuantos años encima. Y algunos vasos de más.
-¡ Oh la más bella de las mujeres, decidme en que me he equivocado para que no seas mía – llora alguien, a la desesperada.
El príncipe tarda, pero no falla. Y entonces trata de recuperar el tiempo perdido. Estaba, por lo demás, perdidamente enamorado de la bella doncella. Pero ni siquiera él conseguía ir más lejos Un cortejo que no pasa de la ventana Una noche, sin embargo, le prometen la mano de Maria Alva, en caso de que consiga unos zapatos que le encajen a la perfección. Entonces el caballero intenta llamar al zapatero para que haga el trabajo. Pero no hay forma de hacerlo. Nadie sabe el tamaño de los pies de la joven. Y el zapatero no es adivino. La solución encontrada es genial. Extender harina por la casa Cuando Maria Alva pase por encima, dejará la huella que servirá de molde para los zapatos. Dicho y hecho. Esa noche, la chica sale de casa para ir al pozo. Se cruza con su padre, con el diablo, que en este caso no quiere más que un abrazo, pero Maria Alva no quiere dárselo, ya que entiende que es el estigma de su padre lo que arrastra desde siempre al caminar. Por la mañana, allí quedan las huellas como prueba. La criada es la primera en verlas. Y se extraña.
– ¿Será pie de burra? – se pregunta
– Son pies de cabra – constatan el zapatero y el príncipe
El apasionado caballero todavía quiere hacer los zapatos a la medida de ella. Pero no podrá cumplir la promesa. La noticia se extiende por la aldeia como fuego en hierba seca.
– ¡María Alva tiene los pies de cabra! – gritan algunos
– ¿De cabra? – pregunta un anciano
-¡De cabra! – responde un niño
Humillada, la más bella de las doncellas huye. En el súmmum de la conmoción, se deja caer de lo más alto de la torre del castillo, como una muñeca de trapo, dando origen al nombre de la aldeia.
Al final de la obra, los aplausos llenan la noche. Algunos todavía se encuentra visiblemente emocionados por la tragedia de Marialva cuando se empieza a oír afinar a los aprendices de la Orquestra de Mêda, en la Iglesia de S.Pedro.
Rápidamente los jóvenes músicos llevaron a la multitud a través de un viaje musical, del rock & roll al can can, terminando, con gran estilo, con inmortales composiciones clásicas; la mejor manera de terminar un día intenso y lleno de emociones.
Mañana será un nuevo día en el pueblo que nunca cambia. Pero un día de fiesta en un paseo por la historia de la aldeia. De esta vez, no por los pies de cabra de Marialva, pero si por las victoriosas cabalgadas del marqués en los siglos XVII y XVII.
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